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Sexo y nueva normalidad

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Si bien es cierto que la sexualidad guarda una estrecha relación con la salud física y psicológica de las personas, el contexto de la pandemia por COVID-19 y la vuelta a una especie de “nueva normalidad” plantean retos en la forma en la que se asume la intimidad con el fin de evitar no solo infecciones de transmisión sexual sino que el sexo constituya una vía de posible contagio para el coronavirus.

A partir de las medidas como los largos períodos de cuarentena y distanciamiento social establecidas por distintos países del mundo con la esperanza de minimizar el impacto en la salud de la población, se ha afectado significativamente las relaciones interpersonales en el corto y el largo plazo. 

En el caso del SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19, no existen evidencias científicas de que pueda ser transmitido a través de relaciones sexuales vaginales o anales, aun cuando no sea descartable que el contagio pueda producirse, ya que, por ejemplo, el nuevo coronavirus ha podido ser detectado en el semen de pacientes convalecientes de COVID-19.

También se han encontrado evidencias de transmisión oro-fecal de la COVID-19 y eso implica que las prácticas oro-anales pueden representar un riesgo de infección.
En mujeres embarazadas con la infección que dieron a luz mediante parto vaginal no se ha observado transmisión al feto de forma generalizada, por lo que la transmisión transvaginal no parece ser una vía clara de contagio.

Entonces ¿qué hay con las relaciones sexuales con parejas estables y ocasionales? 
En el marco de la nueva normalidad a la que nos enfrentamos como especie, en parejas estables que forman parte de una burbuja social, no sería necesario establecer precauciones con el coronavirus a través de esa vía, si ninguna de las dos personas presenta síntomas. Tampoco si ya han pasado la enfermedad y no están en periodo de incubación o de cuarentena o tienen anticuerpos, y si no han tenido relaciones recientes con otras personas. Destacando sin embargo que esto correspondería a estar 100% seguro de que las relaciones de pareja sean exclusivas y que no haya contacto de ninguna de las partes con otra pareja sexual, lo cual podría elevar el riesgo tanto para infección por COVID-19 como el de cualquier otra infección de transmisión sexual (ITS).

En el caso de relaciones ocasionales, el riesgo es similar a toser o estornudar sin el distanciamiento de al menos metro ochenta. De tal forma los besos supondrían un riesgo mucho mayor debido a que es bien conocido a través de distintos estudios que la mayor cantidad de virus están presentes en la saliva y, por lo tanto, besarse se convierte en una práctica arriesgada.

Los encuentros sexuales con parejas ocasionales requerirán de ciertas medidas para prevenir el coronavirus. Estas serán similares si la relación es con una pareja estable si alguno de los miembros de la pareja presenta síntomas o ha dado positivo de COVID-19. En estos casos lo más conveniente es llevar a cabo prácticas sexuales seguras.

En definitiva, mantener relaciones sexuales con una nueva pareja es una práctica arriesgada. La única forma segura es tener relaciones con una única pareja sexual para minimizar el riesgo o poner en práctica relaciones sexuales seguras como el sexo virtual, una práctica que muchas personas pueden haber descubierto o haber puesto en valor durante las medidas de confinamiento.